Con más frecuencia de la que me gustaría, se escucha en las escuelas la pregunta: ¿Y para qué nos sirve esto? Lo que aprendemos y enseñamos en la educación obligatoria no son sino conocimientos básicos para poder defendernos ante la vida y poder dedicarnos a aquello que realmente deseamos.

La música existe desde que la humanidad existe, teniendo siempre una función determinada en la sociedad, y se hace presente desde que la persona nace. Antes de aprender a hablar, siendo bebes, canturreamos entre balbuceos o escuchamos cómo nos cantan para tranquilizarnos o dormirnos. De manera inconsciente, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, escuchamos sonidos que identificamos, sonidos que reproducimos, escuchamos música en la radio, en la tele, en los medios y un largo etc. La música es algo intrínseco en nuestras vidas.

Entre las corrientes pedagógicas centradas en la educación musical, podemos encontrar la de Edgar Willems que nos deja la siguiente definición: […] la educación musical es, en su naturaleza, esencialmente humana, y sirve para despertar y desarrollar las facultades humanas. Este reconocido músico y pedagogo afirma que hay un claro paralelismo entre el ritmo, la melodía y la armonía con el aspecto fisiológico, afectivo y mental del ser humano. Es por ello que es considerada como una actividad socializadora, que despierta la sensibilidad del ser humano y contribuye a su formación integral.

Lo que trabajamos en el aula de música, por medio de los diferentes aspectos musicales, es mucho más amplio de lo que a priori se puede deducir. La práctica musical en la escuela va mucho más allá de la escucha de obras clásicas o de la realización de fichas para trabajar la grafía musical. La Educación Artística contribuye al desarrollo de la personalidad del ser humano, así como a su formación integral, cubriendo todos los ámbitos: físico, emocional y cognitivo.

  • Físico. El niño utiliza su cuerpo para expresarse, al bailar o dramatizar las piezas o o canciones; escucha las piezas musicales, por lo que fomenta la atención, y es capaz de reproducirlas, por lo que también trabaja la memoria. Utilizará su voz como instrumento, siendo consciente de las partes de su cuerpo que pondrá en funcionamiento y de qué manera hacerlo para no dañarlas, así como la práctica psicomotriz para la tocar lo diferentes instrumentos musicales.
  • Cognitivo. Lleva a cabo procesos de escucha, disfrutando de una pieza, siendo capaz de analizarla, distinguir entre lo que le gusta y lo que no (sentido crítico). Experimenta procesos de creación e improvisación, fomentando la creatividad y la imaginación.
  • Social. Se hace especial hincapié en la socialización del individuo y todo lo que conlleva. Se trabaja la tolerancia y el respeto por lo que es diferente. El hecho de aceptar la opinión o los gustos del otro son consignas imprescindibles a la hora de trabajar cooperativamente o formar, por ejemplo, un grupo musical. Cuando lo hacemos estamos  funcionando como sociedades a pequeña escala, con unas normas y unos valores. Por otro lado, el trabajo desde nuestra área está en continuo contacto con la historia, con otras culturas o con nuestras tradiciones.

Según  Piaget, el objetivo principal de la educación es crear personas capaces de hacer cosas nuevas y no, simplemente, repetir lo que otras generaciones hicieron; hombres y mujeres que son creativos, inventivos y descubridores, que pueden ser críticos y verificar y no aceptar, todo lo que se les ofrece.

En una sociedad que avanza y cambia a cada segundo se necesitan personas que sean capaces de asumir cambios, personas con mente abierta, creativas e innovadoras que no repitan estándares sino que vayan a por lo que nunca se ha hecho. Personas que sepan identificar lo que quieren conseguir con espíritu crítico y que sepan vivir en sociedad. Y la Educación Musical  desde la escuela contribuye a ello.

Sonia Cárdenas

Maestra, máster en musicoterapia y directora de Canarias Teen Gospel Choir.