Hace poco más de un año se me cayó el mundo encima. De repente, me vi con menos de 40 años valorando si mi vida había valido la pena. Pensando en que sí había conseguido todo lo que quería (o casi), pero… y ¿ahora qué? ¿Ya había hecho todo lo que tenía por hacer? 

Son momentos muy duros, esos en lo que, sin que a ti nunca se te haya pasado siquiera por la cabeza que “te podía tocar”, tienes que asumir que tienes una enfermedad de la que lo único que sabes es que la sociedad y los medios muestran como mortal y que tu vida y tu cuerpo cambiarán para siempre.

De esto, puedo decir que sólo una de las 3 cosas es verdad. Primero: hoy por hoy, la mayoría de la población sale de esto. Por eso la importancia de autoexplorarse y de la detección temprana. Segundo: tu cuerpo cambia, no por la enfermedad sino por los tratamientos que tienen una durabilidad en el tiempo, es decir, durante un tiempo no tendrás ni un solo pelo en tu cuerpo, lo más probable que subas unos 10 kilos de peso durante el tratamiento (aunque todo el mundo piense que lo habitual es lo contrario), estarás con tu cuerpo dolorido la mayor parte del día y estarás cansada, mucho, pero todo eso pasará, tarde o temprano, pero pasará. Por último, lo que sí cambia: tu vida, tu manera de ver las cosas, te centras en lo que realmente quieres en tu vida y aprendes a disfrutar más de los momentos, de lo que te gusta y disfrutas de verdad. 

Mi cáncer llega en un momento que no fue de los mejores para afrontarlo. Nunca es buen momento, pero te recomiendan muchas cosas buenas para tener una mentalidad positiva y afrontar bien los tratamientos que no puedes hacer porque estamos con la Covid 19, porque estamos en pandemia. En casa, tomamos la determinación de cuidar mucho los contactos y llevamos a cabo lo que yo llamo un autoconfinamiento. Nadie me lo recomendó, pero con la pandemia y un tratamiento que me reventaba las defensas, pues mejor evitar riesgos. Durante ese tiempo, la única actividad que tenía a la semana era los ensayos on line con mi coro. Por gracia o por desgracia para otros, no nos podíamos reunir para ensayar y nos vimos obligados a hacerlo desde casa y bueno, para mi era “agüita de mayo”. Suponía que, aunque mi estado no me dejaba ni fuerzas para cantar, lograba descargar el estrés al que estaba sometida, disfrutar, sentirme feliz y, sobre todo, estar en contacto con mis compañeros, hablar con personas diferentes a las habituales, compartir. Aunque la realidad era que yo estaba en casa tratando de cantar, porque lo hacía “a trancas y barrancas”, pero era mi ratito, el mejor ratito de la semana.

Poco después, perdí un poco el miedo y decidí que quedarme en casa observando el dolor de mi cuerpo solo haría que doliera más, así que comencé a salir. Nunca dejé de ir a los ensayos. Por las circunstancias tuvimos ensayos por grupos, los conciertos eran con mucha separación y/o mascarillas, pero la Escuela siguió para delante y yo con ella. No era lo más cómodo, pero el cantar y el compartir con el grupo, como mínimo, consiguió que tuviera algo que hacer, algo que compartir y disfrutar. Lo que quiero decir con todo esto es que, formar parte de este coro, me sirvió como terapia. Desconectas, te relaciones, compartes algo tan bonito como es cantar y, además, cantas a Dios, dialogas con él por medio de tus canciones y comprendes que en todo hay un objetivo, que todo sucede por algo. Aprendes a valorar cada momento, a disfrutarlo y a dejar de lado todo lo secundario. 

Este mes es el considerado Mes del Cáncer de Mama, el mes Rosa. No, el cáncer no es rosa ni nunca lo será por bien que lo lleves. Es tirando a negro o color m***da. El 19 de octubre es el Día de Concienciación del Cáncer de Mama. Explórate, haz que tu madre, tu hermana, tu amiga se exploren. Y también tu padre, tu hermano, tu amigo, porque este bicho no es solo cosa de mujeres y, “si te toca”, pues, por lo menos, lo pillas a tiempo. Y algo importante: nunca dejes de hacer lo que más te gusta, por nadie ni por nada, aunque las fuerzas flaqueen, porque eso puede ser lo que te dé la energía que necesitas para seguir.